jueves, 11 de diciembre de 2014

El relieve monumental en la arquitectura visigoda

Durante los siglos IV y V se produce el final de la Antigüedad. En estos momentos hay una crisis del clasicismo, un abandono de los valores del arte clásico y del concepto clásico de belleza, predominando a partir de este momento el simbolismo, los valores espirituales. 

Las consecuencias de estos valores residen en la desaparición de la escultura de bulto redondo en relación con el rechazo de lo material. Los padres de la iglesia y los apologetas pretendían evitar la idolatría. Así, la plástica queda reducida al relieve monumental integrado en la arquitectura, normalmente de carácter vegetal o simbólico. 

Es en este contexto donde debemos introducir el relieve monumental visigodo, que cuenta en la península con dos ejemplos de gran relevancia: Santa María de Quintanilla de las Viñas y San Pedro de la Nave. Ambas son iglesias de dudosa clasificación cronológica, si bien se acepta que se habrían realizado en torno a los siglos VI-VII. 

San Pedro de la Nave fue trasladada piedra a piedra desde su emplazamiento original, en las inmediaciones del río Esla, hasta el pueblo zamorano de El Campillo. A partir de este momento, dadas las circunstancias de tal traslado y el interés de investigadores de la talla de Manuel Gómez-Moreno, la edificación junto con sus relieves comenzó a adquirir una gran importancia.




San Pedro de la Nave

Tal y como la conocemos en la actualidad, San Pedro de la Nave se configura como una iglesia de planta cruciforme inscrita en un rectángulo y alberga en su interior un amplio programa iconográfico que se conserva en muy buen estado. Muchos autores coinciden en la relación entre este programa y los Comentarios al Apocalipsis de Beato de Liébana, una relación que explica además la aparición de relieves de tipo geométrico, vegetal y animal. Las piezas más destacadas se sitúan en los capiteles del crucero, en los que vemos representaciones del Sacrificio de Abraham (a la derecha, en la parte superior), Daniel en el foso de los leones (debajo de la anterior) o la magnífica y enigmática figura de San Felipe. Esta última es la imagen que encabeza nuestro blog y en torno a ella se han generado numerosas interpretaciones que tratan de especificar la naturaleza del objeto que San Felipe sujeta en sus manos sobre la cabeza. Para algunos una nave (lo cual daría el nombre a la iglesia) y para otros una corona en relación con la vida del apóstol.


En el siguiente vídeo se ofrece una explicación más visual de la decoración de la Nave:



En términos arquitectónicos, Santa María de Quintanilla de las Viñas (Burgos) presentaba una planta muy similar a la que hoy en día podemos ver en la Nave. Sin embargo, en este caso no observamos una cruz griega inscrita en un rectángulo, sino que se configuraba mediante un esquema basilical tripartito precedido de un porche, con una cabecera recta y dos cámaras en los lados del transepto. Por desgracia, actualmente solo se conserva esa zona del transepto y el ábside, por lo que su programa escultórico, perdido en gran parte, presenta muchas dificultades a la hora de establecer una iconografía completa y rigurosamente coherente. 


Santa María de Quintanilla de las Viñas


En este caso, existen frisos decorativos exteriores que recorren toda la cabecera, pero también hay relieves en el interior. Los más destacados son los dos capiteles-cimacio que sujetan el arco de acceso al ábside, en los que se representan el Sol (a la derecha de estas líneas) y la Luna (en la parte inferior). Han sido entendidos estos dos relieves como la imagen de la eternidad del reinado de Cristo (cuyo relieve aparece en la zona superior del arco), en relación con las creencias cristianas en torno a los conceptos de muerte y resurrección. Además, parecen haberse representado en esta zona en concreto marcando una clara delimitación entre la zona sagrada o ámbito celestial y el resto del espacio de la iglesia, de carácter obviamente terrenal.

Existen además una serie de piezas que se conservan en el interior del edificio, pero no en su contexto original. Dos de las ellas, las que representaban, según algunos autores, a San Pedro y San Pablo, han sido recientemente sustraídas sin que se conozca aun su paradero. Véase la noticia aquí.

La iconografía de estos relieves tanto en la Nave como en Quintanilla sigue estando a la cabeza en los estudios realizados en la actualidad sobre la escultura altomedieval en la península. Pero además, hemos de establecer una vinculación entre esa iconografía y la que aparece en algún ejemplo del arte prerrománico asturiano, de manera que existen conexiones entre ambos mundos, no solo a nivel arquitectónico sino también escultórico.

En el siguiente enlace encontraréis una presentación en la que se especifican las características del arte altomedieval en la península, y aparecen además muy bien explicados los relieves de estos dos ejemplos que acabamos de ver. Además, existe abundante bibliografía:

BARROSO CABRERA, Rafael y MORÍN DE PABLOS, Jorge, La iglesia visigoda de San Pedro de la Nave, Ediciones B. M. M. & P., Madrid, 1997.
La iglesia de Santa María de Quintanilla de las Viñas, Ediciones B. M. M. & P., Madrid, 2001.
El árbol de la vida. Un estudio de iconografía visigoda: San Pedro de la nave y Quintanilla de las Viñas, Ediciones B. M. M. & P., Madrid, 1993.
CABALLERO ZOREDA, Luis (Coord.), La iglesia de San Pedro de la Nave (Zamora), Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”, Zamora, 2004.
CRUZ VILLALÓN, María, “Quintanilla de las Viñas en el contexto del arte altomedieval. Una revisión de su escultura”, Antigüedad y Cristianismo: Monografías históricas sobre la Antigüedad tardía Nº 21, (2004). pp. 101-136.
SCHLUNK, Helmut, “Observaciones en torno a la miniatura visigoda” Archivo Español de Arte, Nº18 (1945), pp. 241-265.



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